La problemática del agua es real y comunidades como Mocondino ya empiezan a sufrir los efectos de los racionamientos por su falta. Estos territorios consideran que el agua más que un servicio es una bondad de la madres tierra que reciben para el cuidado de sus chagras y animales. Es por esto que ante su ausencia, realizan pagamentos para pedirle al cielo que haga llover sobre sus sembrados para que la comida no les falte.
Estas peticiones las realizan en el Petroglifo que se encuentra en la parte alta de Mocondino. Ahí reunidos con miembros de la comunidad y gente externa que se une a esta celebración, comparten mitos, tradiciones y leyendas.
“También se cuentan las historias sobre lo que se conoce como los espíritus protectores del territorio y es algo muy bonito porque no es un tema extraño, sino que es un tema que se ha vivido en todos los territorios y que todas las comunidades campesinas lo conocen, si bien es cierto de una u otra manera, pero lo conocen y no es como contar sino cómo compartir una conversación”
Desde hace un tiempo estas comunidades rurales han visto un aumento en la migración de personas de la ciudad que llegan a sus territorios, algunas si se comprometen en la convivencia con sus costumbres y respetan la forma de vida del campo; sin embargo y desafortunadamente son muchas las que piensan que con pagar plata por el terreno pueden llegar y exigir los beneficios que existen el área rural como lo es el uso del agua que a diferencia de la ciudad, este es más económico.
“En Mocondino hay 2 estudios donde se demostró que hay deficiencia de agua en la comunidad, entonces es difícil para nosotros compartirla, especialmente con quienes llegan pero no tienen la intención de convivir con nuestras tradiciones, sino a imponerse y obligarnos a darles nuestro líquido vital”
Aunque se entiende que el servicio de agua es un servicio vital porque de eso depende el consumo humano. las comunidades deben velar también por su consumo, el de sus cultivos y sus animales. Las economías de estos territorios no se miden en grandes terrenos de extensos cultivos o grandes ganaderos. Son economías basadas en especies menores, con chagras suficientes para alimentar a sus familias y dos o 3 vacas, que aunque no parezca grandes cantidades si requieren el uso de su líquido para vivir. Es por esto que a la llegada de nuevos vecinos, los habitantes prenden las alarmas para asegurar que los que llegan si compartan su modo de vivir y que más que exigir aprender el trabajo colectivo que se maneja en la zona rural.
“Nosotros en 2018 tutelamos nuestro derecho a ser consultados en las concesiones que da Corponariño y la Corte Suprema nos amparó ese derecho, porque está en juego la tradición, el uso y la cultura de la comunidad de Mocondino”
Estas intervenciones de la gente de la ciudad en las zonas rurales hace que se aumente la urbanización en zonas donde antes era campo y los nativos sientan más interés en vender que en quedarse. Claro que avances como las mejoras de las carreteras son importantes para todos, pero a veces la pregunta es a qué costo llega este progreso a nuestras zonas rurales?
Lamentablemente cuando los que llegan solo quieren buscar los beneficios de poner sus empresas en una zona donde los servicios son más económicos y el trabajo de la gente se lo consigue a menor precio, las comunidades quedan indefensas ante el poder que representan y los habitantes de Mocondino podrán cumplir con toda la reglamentación e incluso ganar ciertas tutelas, pero el dinero y poder se imponen y sus herramientas terminan siendo inservibles y aún teniendo todo para ganar son lamentablemente los perdedores.
“No hay a quien acudir porque hay construcciones ilegales dentro de Mocondino con documentación comprobada que es así, pero que finalmente es protegida por las autoridades. Finalmente uno se da cuenta que el cuidado del medio ambiente, el cuidado del agua, el cuidado del territorio, lo hacemos desde acá pero muchas veces es infructuoso, y desgastante”
Hay mucha gente que no conoce la realidad de lo que está sucediendo con las comunidades y sus territorios, no existen medios que están contando esta verdad y en la ciudad la gente sigue tan desconectada con lo que pasa en el campo que a veces pareciera que los límites de distancia entre los dos son más que los 30 o 40 minutos que los separan. La ignorancia en temas ambientales reales es mucho más grave de lo que muchos están pensando. Es momento de recordar que las tradiciones y costumbres son de todos, muchos de los que crecimos en la ciudad las conocemos, crecimos con ellas, pero lamentablemente las fuimos olvidando en el camino.
“En los territorios tenemos una costumbre y esa nos las enseñaron los mayores que en un momento dado nos decían, es que todos tienen derecho, no es usted no más. Entonces cuando sembramos por ejemplo el maíz, se va sembrando una mata. Una mata, dice uno, para el ratón, una mata para el gorrión, una mata para la ardilla. alrededor de 10 matas. Si bien es cierto no es significativo que el ratón venga y se coma esa mata que le correspondía, sino es más bien como hacer ese pagamento”
En el campo la gente no busca hacerle daño a los animales, encuentra el espacio para convivir en armonía, junto a ellos, lo que no hacen los cultivos industriales que si utilizan la fumigación para acabar como ellos les dicen, con las plagas.
Por ejemplo la ardilla, ellos saben que es dañina para los cultivos, pero jamás la dañarian o la matarían, ellos buscan la manera de que pueda alimentarse con los productos que son desecho y que a ella si la alimentan.
“Acá todos sembramos en chagra. Un poco de papa, un poco de cebolla, un poco de maíz, un poco de repollo, un poco de aromática. Parte se vende, claro para sostener nuestra economía familiar pero muchas veces es como la despensa de nosotros mismos. Nosotros no compramos, salimos a cosechar. Compramos la sal o el azúcar para el café.”.
Son economías sustentables, que protegen la naturaleza, la respetan y no buscan simplemente sus beneficios para desecharla después. Estas comunidades siempre están pensando en cómo devolver a la tierra un poco de lo que ella les da. Los cuyes que tienen les generan el mismo abono que les sirve para sus plantas, el desecho de las plantas es lo que come el cuy y así han logrado una convivencia en un círculo perfecto de mutua colaboración.
Al final todo se reduce a la colaboración, al compromiso y la constancia de un trabajo en equipo que jale para el mismo lado. No todas las entidades tienen cerradas las puertas para el campo y hay muchos que ya han tomado conciencia de los problemas reales que nos afectan como sociedad. Ojala la gente entienda que cuidar el medio ambiente es más que reciclar botellas porque está a la moda, los hábitos saludables y respetuosos con la naturaleza deben imponerse. Ya no es si quiere ahorrar agua, es ahorre porque sino ya no tendrá para comer. La población mundial alcanzó casi los 8.200 millones a mediados de 2024, los recursos escasean y es necesario dejar de hacer las cosas porque se vean bien en los perfiles de las redes sociales y si hacerlo por compromiso y porque de verdad hay una emergencia ambiental de grandes consecuencias.
“Aquí no se necesitan títulos profesionales, aquí lo que se necesita es tener voluntad”.
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