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Escuela de saberes ancestrales Motilón.

Esta propuesta de la Escuela de Saberes Ancestrales Motilon surgió gracias al trabajo de sus coordinadores que gestionaron el proyecto con el Ministerio de Cultura. Un trabajo que se viene realizando cada fin de semana con diferentes comunidades como Gualmatán, Catambuco, Tangua, Jamondino y también con gente de la ciudad de Pasto y todas las personas que quisieron hacer parte de esta iniciativa. 

Esta propuesta se desarrolló en 4 módulos. el primero el agua y territorio, el segundo vegetación nativa, el tercero Agroecología y el cuarto y último, el clima. 

Esta propuesta ha unido el saber y tradiciones de comunidades y en esta experiencia interactúan desde niños hasta personas mayores. 

Danilo Palacios, antropólogo y profesor y uno de los coordinadores de esta escuela de saberes nos comenta sobre sus fundamentos: 

“La base conceptual y empírica de esta escuela viene de los largos procesos que ha desarrollado el Instituto Andino de Artes Populares, acompañando e investigando alrededor del agua y los conocimientos y la organización de las comunidades” 

Estamos en un momento delicado en que el medio ambiente está sufriendo las consecuencias de años de maltrato y descuido por parte de los seres humanos, los gobiernos de muchos países en un intento por mitigar estos problemas han incluido en sus agendas temas ecológicos, ambientales y de protección del agua como elemento vital para nuestra supervivencia, pero cuánto de esa agenda se coordina con las comunidades que por años han vivido del trabajo de la tierra y han constituido sus territorios bajo su cuidado y protección. 

Está bien que los gobiernos se estén dando cuenta del impacto negativo que está teniendo la huella del hombre en el planeta, sin embargo hay mucho más detrás de todas las investigaciones científicas que usan como parte de su discurso. Está todo el ordenamiento y organización que han trabajado a lo largo de todos estos años las comunidades, como ellos visualizan el problema, su contexto y su interpretación. Los gobiernos no sólo desconocen este reconocimiento y sus registros sino que muchas veces pasan por encima de ellos para imponer sus propias leyes y toman decisiones no siempre favorables para todos. 

Hay asociaciones que están trabajando por mantener sus tradiciones, reconocen el daño hecho al medio ambiente y saben que debe hacerse un gran esfuerzo que sea constante, sin excusas ni acciones a medias. La coordinación entre los esfuerzos entre las comunidades y los gobiernos locales y nacionales debe ser una necesidad. No se puede seguir jalando la cuerda para dos lados distintos porque al final las dos partes caerán. 

“Volver a ese conocimiento ancestral, volver a ese pasado guarda quizá la clave de los nuevos acuerdos sociales que tienen que fundamentar el ordenamiento de las comunidades en torno al agua, de las grandes ciudades en torno al agua y sobre todo acuerdos globales”

El conocimiento es el patrimonio que tal vez nos quede en contra de todos las crisis ambientales presentes y futuras, desconocerlo solo nos llevará a seguir fórmulas y planteamientos incorrectos sin encontrar resultado alguno. Es ahora donde debe darse la pelea, es ahora cuando se debe cambiar la mentalidad de los que creen que el agua siempre saldrá del grifo en la comodidad de su casa. Nadie está exento de sufrir las consecuencias ante un desastre ambiental. El agua tiene ya un reloj en contra. 

“Pasto por ejemplo convive con comunidades indígenas, campesinas, urbanas pero hay una norma, una política, hay una forma de concebir la economía que ahí es quizá donde se ha invisibilizado esos conocimientos y esos saberes. Yo creo que la clave para afrontar esas crisis climáticas actuales y futuras es volver a esos conocimientos y a reconocer las formas de organización propias como lo son la organización comunitaria del agua, las mingas, las organizaciones comunitarias ecológicas” Puntualizó Danilo Palacios. 

Históricamente sigue habiendo un abismo entre las zonas rurales y las ciudades. Hay personas que siguen desconectadas de la realidad de un medio ambiente que nos cobija a todos. Que creen que por vivir en la ciudad no debe preocuparse por los temas de la naturaleza y el campo, y este no dejará de ser únicamente el sitio para salir a pasear el fin de semana. 

“Pasto es una ciudad muy antigua pero estas comunidades existían antes de la ciudad y lo que ha pasado es que esta ciudad se ha aprovechado de estos territorios, de los recursos de los conocimientos que hay allá, no con la finalidad de valorar o respetar o acoger estas formas de vida y estas perspectivas de mundo sino simplemente de aprovecharlas a su acomodo y a generar procesos donde se desconoce lo que está sucediendo acá y se desconoce los derechos de estas comunidades a decidir qué es lo que quieren hacia el futuro”, comenta Jorge Perugache otro de los coordinadores de la Escuela de Saberes Ancestrales Motilon.  

Esa interrupción de conocimientos hace que las acciones que se tomen no sean suficientes. No hay verdaderos esfuerzos porque los que pueden hacer algo al respecto creen que ya hicieron bastante con colocar en sus agendas el tema ambiental con prioridad en color rojo. Los gobiernos tienen el poder para ejercer presión, el tema ambiental debe dejar de ser la excusa para hacer eventos con la naturaleza donde todos bailan y se toman de las manos. Debe ser política prioritaria y con carácter de urgencia. Los recursos que hace años parecían ilimitados ahora tienen fecha de caducación. El problema es real, sin embargo quien lo entiende y puede hacer algo al respecto carece de poder y quien tiene el poder no entiende el problema y no sabe qué hacer, pero es el que lidera la solución. 

“Por ejemplo. Qué es lo que está sucediendo en Pasto con Empopasto, cada vez expande su infraestructura para abastecer  las zonas que se construyen cada vez más en la periferia, para abastecer ciertos intereses económicos y políticos. Pero de donde extraen el agua están generando un perjuicio, estan dejando las comunidades y territorios sin este líquido vital” 

Es importante fortalecer estos escenarios como la Escuela de Saberes Ancestrales Motilon ya que son estos espacios los que ponen en evidencia estos problemas, donde la comunidad expone la verdadera situación, la que ellos viven a diario en sus cultivos, en la ganadería y en todas las actividades que a diario manejan en sus huertas. La reacción empieza en la zona rural pero es importante que no se detenga y continúe hasta la ciudad, que el impacto se genere en cadena. Que la voz que se levante en el campo sea escuchada y replicada en todos los estamentos gubernamentales y no se pierda en papeleos burocráticos. Hay que seguir llamando a la gente a que se unan a estas causas sociales que buscan alternativas, soluciones. Reutilizar, reciclar, repensar, reorganizar, remediar.  

No podemos abandonar el campo, no hay que voltear la mirada y creer que no es problema nuestro. Hay que recordar las tradiciones y volver a la tierra, respetarla y curarla. Si la gente se va a vivir a la zona rural debe entender que no es solamente comprar el terreno y ya está, debe comprender a qué zona está llegando. Bien dice el dicho “el que llega saluda”

Gabriela Jojoa, líder comunitaria y parte de los coordinadores de la Escuela Motilon. “Si bien nos damos cuenta los territorios rurales tienen otra dinámica muy diferente a la ciudad y por esas dinámicas la vida en el campo es más fácil de acceder, en cuanto a los recursos, el agua es más económica. Nosotros no  lo tomamos como un servicio sino como una bondad que el territorio nos da y a raíz de eso pues mucha gente se ha venido a vivir acá”.

No es tarde para empezar a actuar. La tierra está hablando y es necesario que cambiemos nuestra mentalidad para poder escuchar. Debemos ser más conscientes de que nuestras acciones tendrán repercusiones en el futuro de quien nos sigue y que no podemos continuar haciendo las cosas de la misma forma, que hay mucho que debe cambiar y que es el momento de poner en práctica esos saberes ancestrales que conectaban nuestro espíritu con la tierra para encontrar el equilibrio entre la diversidad de un mundo que crece sin parar, pero que debe aprender a dar para recibir. 

“Nariño es un territorio de múltiples comunidades y profundos conocimientos en cada uno de los territorios, pero estos han quedado por ahí, perdidos por los paradigmas civilizatorios y sin embargo subsisten en la oralidad en la memoria, en la práctica de los trabajos y de los oficios y es fundamental entonces volver a traerla al presente y en esa vuelta del espiral del tiempo fundamentar estos momentos. Somos conscientes de que todo este poder espiritual, 

cultural y simbólico tiene que expresarse en formas materiales, en formas políticas, en visiones y proyectos de futuro y para eso también queremos cultivar desde estas pedagogías”. Danilo Palacios.

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