Maria Evila Andrade trabaja desde que tenía 22 años en el mercado El Potrerillo, aunque la verdad lo hace desde que tenía 9 años, hace parte de la generación que desconoce lo que es quedarse cruzada de brazos, esperando que las cosas le lleguen fácilmente a la puerta de su casa.
Aunque ya trabajaba en el sector de cafeterías, una mala situación económica la llevó al lugar que por los siguientes 40 años sería más que su trabajo; sería el lugar donde formaría su familia, amigos y su futuro.
Su mamá vendía al raleo, y su papá plátanos y yuca, los dos le propusieron que se fuera al mercado a vender como ellos, sin embargo ella sabía que si lo hacía, sería montando su propio restaurante.
En estos tiempos donde muchas personas no saben cómo iniciar un negocio, donde quieren que todo se les entregue ya listo para arrancar, donde se tiene mucho miedo de empezar desde cero; Maria Evila empezó su negocio con todo prestado, hasta las ollas para cocinar, debiendo los $ 64.000 pesos que le costó arrancar, un local pequeño al que solo le alcanzaban dos mesas y vendiendo solo lo justo desayunos y jugos.
Al primer mes ya ganaba más que los $ 5.000 pesos que se ganó en su último trabajo, para ese tiempo en que el mínimo era de $ 9.400. Y se dió cuenta que ser su propio jefe no estaba del todo mal. Al poco tiempo la misma gente le fue pidiendo que aumentará su menú e incluyera los almuerzos. Durante 4 años trabajó sola, luego empezó a formar su equipo de trabajo. Casada y criando a sus hijos en canastos que llevaba al local, logró formar una bonita familia de 3 hijos que hoy en día trabajan con ella y administran uno de sus negocios, La Casita de Cuy.
Sus hijos llevan esa misma fuerza y tenacidad que hoy muchos le reconocen, les fue enseñando el negocio y uno de sus hijos es el que le ayuda a matar y pelar los cuyes. Tiene 2 trabajando con ella y su hija que se le fue por las ramas de la medicina.
“En el mercado Potrerillo todos me conocen, conocen mi trayectoria y cada paso que voy dando. No ha sido de la noche a la mañana, sino paso a paso que se han ido consiguiendo las cosas”
Un trabajo ascendente, a la antigua por decirlo así, gente que ha trabajado toda su vida y que lo sigue haciendo, a veces sin descanso. Muchas familias han salido adelante en hombros de mujeres como Maria Evila.
Como ella dice su negocio lo ha ido construyendo paso a paso. Sus clientes han sido la clave para ir introduciendo nuevos productos a su menú, después de los almuerzos, vio que la gente le empezaba a pedir cuyes y los empezó a vender enteros y luego por presas en los almuerzos, una fórmula que le ha traído una buena respuesta de sus clientes y en la parte financiera. No los cría ella misma porque es fiel creyente que hay que apoyar a la gente del campo que vive de criar animales para el consumo.
En los círculos gastronómicos la cocina de Doña Maria tiene ya un puesto para referenciar, cuando alguien pregunta dónde puede conseguir una buena morcilla, su nombre sale a relucir y no hay lugar a dudas para ello. Aunque sostiene que si vende por fuera del mercado, pero que con su clientela del mercado tiene suficiente.
Como una máquina para hacer negocios, ella siempre está pensando cómo innovar, y ya tiene en mente sus próximos planes: sacar un cuy sudado y el cuy a la broaster, que seguramente tendrán el visto bueno y aprobación de sus clientes regulares.
Antes de ser jefa, es amiga, ella misma dice que aunque ha logrado cosas siempre se mantiene en su esencia, porque así debe ser, recuerda sus épocas de empleada donde no recibía un trato justo y no quiere ser ella la que lo haga ahora.
Cuando visite El Puente en el Mercado Potrerillo no encontrará a la señora Maria Evila Andrade detrás de un escritorio dando órdenes, la encontrará cocinando, pelando gallinas o cuyes, o atendiendo mesas y sabrá que ha llegado usted al lugar indicado.
GALERÍA FOTOGRÁFICA
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