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La Alsacia es un negocio que ha crecido con la ciudad, cualquier persona que se diga pastuso sabe donde queda, lo ha visitado o lo ha utilizado de referencia para ubicar alguna dirección. La Alsacia es un icono gastronómico de Pasto desde 1944.

Se han sabido mantener a lo largo de los años, utilizando técnicas tradicionales y en muchas ocasiones procedimientos manuales. Reconocen que el mercado y los insumos han evolucionado aunque en muchas ocasiones no siempre lo hacen por el mejoramiento de la calidad y esa lucha constante entre mantenerse fieles a sus recetas y cumplir con los tiempo de reposo del producto o cumplir ciertos reglamentos y especificaciones en ingredientes, los ha puesto en esa fuerte competencia de quien llega más rápido al consumidor final y aunque es cierto que algunas veces han perdido ese duelo, sus clientes reconocen que la espera ha valido la pena, pues al final la carrera no la gana el más veloz. 

Este es un negocio que pareciera haberse quedado en el tiempo sin embargo avanza con pasos de gigante. Sus máquinas de producción podrían ser la envidia de quienes hoy sufren con alguna tecnología que no aguanta un trabajo pesado. Tienen el secreto no en sus ingredientes, sino en su gente, que lo acompañan como perritos fieles desde hace ya muchos años, una verdadera familia que sigue trabajando aún cuando las luces ya están apagadas. 

Es claro que Don Luis conoce su trabajo, la experiencia en este caso nunca se ha improvisado. El es un empresario que camina dos veces sobre sus pasos solo para revisar que todo se esté haciendo bien. 

“Al tener un negocio propio, uno no trabaja solo 8 horas, tal vez el propietario tiene que trabajar hasta 26 horas al día, estar pendiente de su negocio. No puede descuidarlo”

Un trabajo incansable, casi esclavizante, con semanas laborales tan fuertes que de 7 días en la semana, solo la tarde del domingo le sirve para descansar y recargar fuerzas para volver a empezar todo de nuevo.  Toda una vida de trabajo para sacar adelante el patrimonio familiar, continuar su legado, escribir su historia. 

Y esta historia no solo la escribe Don Luis. La Alsacia es la ciudad, es un pequeño patrimonio pastuso. Su vaso de avena más que un producto se convirtió en una tradición.  Un lugar de encuentro, una parada que se volvió obligatoria para muchos. Nace entonces la idea de abrir un espacio donde la gente siguiera disfrutando de estos productos pero con la comodidad y tranquilidad de un lugar como un Café; sin embargo, a veces llega un lobo  que sopla más fuerte de lo que esperamos y los planes se derrumban, la solución a la pandemia, no fue otra que volver a empezar. 

La tradición se mantiene viva, La Alsacia se mantiene viva en Don Luis, es una incógnita saber si las nuevas generaciones la mantendrán latiendo, sin embargo, el panorama que vive en el presente mantiene los colores de este Sur esperanzador y se sigue ubicando entre los lugares preferidos de propios y extraños que como buena casa materna sigue esperando a sus hijos a la hora de tomar café. 

GALERÍA FOTOGRÁFICA

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